HERIDAS INVISIBLES.
¡Que
no te pongas eso! , ¡Quédate aquí! , ¿Con quien hablas? , ¡cállate!, ¡ Me
tienes harto! , seguramente estás leyendo esto justo con la entonación
correcta, si los signos de exclamación no aparecieran sabrías que es violencia
verbal de cualquier forma , y es que aunque la violencia no deja cicatrices
esta te marca igual que un golpe.
Créeme,
cuando te alzan la voz no lo hacen porque te quieren , tu “príncipe azul” no
tiene derecho a tornarse de otro color solo porque no le gusta la blusa de
encaje rosa que traes puesta.
Prepotencia
se vuelve la palabra preferida del agresor cuando de humillar se trata y es que
un villano es poco para describir eso en lo que se convierte tu gran amor
cuando alguien te voltea a ver.
Si
el tono con el que te grita ofende
tuviera un color , apuesto que seria negro y si tuviera forma sería como dardos
que van directamente a atravesar tu autoestima que ya de por si esta perforada.
Un
golpe puede marcar tus labios rojos o tus mejillas ruborizadas , pero una
palabra te maltrata y desgasta el alma, y si tu vives cegada por el amor de un
mes y no te das cuenta de que eso que jura gritarte con amor NO es por tu bien estamos en serios problemas. Y aun peor que
los gritos del “¡príncipe azul!” está el que como víctima te saltes esas
MUESTRAS DE CARIÑO y no aceptes que esos celos y ese tono en el que te dicen
¡Quédate aquí! son el verdadero problema en el que la única solución es bajar el telón del mundo color de rosa y decidas hacer las maletas para emprender
el viaje .
Con
frecuencia vemos que “la prima de una amiga” deja de salir, se viste de manera
distinta, adopta otro carácter y ya ni siquiera
se pinta las pestañas, como por
arte de magia el amor de su vida la convierte en una persona totalmente
distinta.
¿Hasta
que punto piensas esperar para darte cuenta de que ese monstruo te esta jalando
a su cueva?
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